Mis Escritos

Mis escritos

son gratutitos

copia y pega

y ya está.

Los derechos de autor son demasiado caros

son la excusa del depredador

para hacer dinero fácil

a costa del escritor.

Por eso prefiero confiar

en que se reconocerá mi autoría.

Por eso, yo regalo mi trabajo

siempre que reconozcan mi autoría...

Copia y pega y es todo tuyo,

con mi nombre en el final.

Gracias

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martes, 4 de agosto de 2009

Lo que me enseñó Doña Correa

El verdadero efecto de una paliza en los niños.

Tengo ya 47 años, hace muchos, muchos años que dejé de ser un niño, y los tiempos; gracias a Dios, han cambiado, desde que crecí han pasado muchas cosas buenas, entre ellas es de notar el surgimiento de la psicología infantil.
Pero en mis tiempos de infancia, en casi todos los hogares, quienes mandaban eran Doña Correa y su fiel sirviente el señor Hebilla. Las palizas eran cosas de todos los días, era la manera acostumbrada por padres y maestros de educar, los maestros solían usar reglas para golpear a los niños en las palmas de las manos o en las piernas o; si el estudiante tenía suerte, lo mandaban al rincón, arrodillado sobre granos de maiz, de cara al muro.
En casa en cambio, cualquier travesura, por nimia que fuera, recibía su dosis exacta de correazos, y no era por falta de amor que nos pegaban, los padres de entonces amaban a sus hijos tanto como nosotros amamos a los nuestros, tan es así que demasiadas veces escuché la redondilla ” esto me va a doler más a mí que a ti” antes de recibir mi paliza, es que no tenían ni idea del daño que hacían pues así fueron educados ellos también.
Pero ¿de qué sirvió tanta violencia?, ¿qué aprendimos de ello?; bien sólo puedo hablar por mí, lo que yo aprendí fue a desconfiar, a mentir, a engañar y a guardar secretos, para explicarlo con ejemplos; si se me decía que abrochara mi camisa hasta el cuello, así lo hacía, obedientemente, hasta que salía por la puerta, entonces la desabrochaba hasta el ombligo. Si se me decía que metiera la camisa dentro del pantalón, tal cual, cumplía las órdenes, hasta que cruzaba el umbral de salida de la casa, entonces volvía a llevar mi camisa por fuera y si se me decía que no caminara como un mamarracho, yo caminaba con toda la seriedad que ameritaba el caso, hasta salir del campo visual de mis padres, ¡entonces volvía a caminar bailado!
-¡No te rías tanto!-decían, y yo reía entre dientes. Y estas son las cosas que quiero revelar, imaginen las que guardé en secreto, en casa yo era un angelito, y en la calle era un demonio, la violencia me enseñó a ser violento, la correa me enseñó a ser hipócrita, y salir de esos defectos no fue nada fácil.

Hoy día

Y cuento esto, porque sé que aún hay padres que usan esos métodos superados y anticuados para criar a sus hijos, cierta vez observé a un padre golpeando a manotazos a su hijo, porque no se aprendía el alfabeto, evidentemente el señor no tenía ni idea de lo que estaba consiguiendo con su comportamiento, estaba enseñándole a su hijo ¡a odiar los estudios!
Si, porque sucede que el niño no puede odiar a su papá, él le da de comer, le da una cama en qué cobijarse de noche y; lo más importante, ¡es él quién le compra sus juguetes! Entonces ¿cómo odiar a la fuente de mis sustentos?, pero la violencia genera odios, recelos y resentimientos; necesariamente, y ¿a dónde van a parar dichos sentimientos exacerbados?, la víctima más cercana es el estudio, pues no puede defenderse (es abstracto) y ¡qué difícil es hacer bien algo que odiamos hacer!, ¡qué tortura el tener que estudiar cuando hemos aprendido a odiar el estudio!
Así que; padres del mundo, antes de rendirle pleitesía a Doña Correa y a su fiel sirviente; el señor Hebilla, piensen bien en lo que hacen, ponderen los resultados de su acción, si lo que desean es que sus hijos los engañen, si lo que quieren es ser los últimos en enterarse de la adicción de sus hijos, o del embarazo prematuro de su hija o de la paliza que su hijo le dió a un compañero de clase, si quieren que sus hijos se transformen en demonios con máscaras angelicales, adelante entonces, péguenles.
Pero recuerden que la psicología infantil es una alternativa confiable, segura y comprobada científicamente. Los padres que se ven obligados a golpear a sus hijos son los que carecen de las herramientas, de las técnicas y de los conocimientos necesarios para educarlos con palabras, pero sucede que dichos instrumentos están al alcance de todos, en cualquier librería, de manera que la única excusa plausible para un padre que golpea a sus hijos es que aquél sea analfabeta, de otro modo no hay excusa, la violencia en los hogares tiene que desaparecer de una buena vez y para siempre.
Gracias a todos por su amable atención.

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