Se supone que las cárceles tienen como función regenerar a los delincuentes para reintegrarlos a la sociedad como personas útiles y decentes.
Pero el sistema carcelario mundial parte de un base totalmente errada, la base de que privando al delincuente de su libertad se le regenera.
Si encerramos a un animal en una jaula, sólo podemos esperar una de dos clases de conductas, o el animal se vuelve inquieto y aumenta su agresividad o por el contrario se vuelve apático y no come, echándose a morir, y aunque algunos se resignen a su situación, no se puede decir que sean normales, prueba de ello sea lo difícil que es obtener crías en cautiverio.
Si esto es así para los animales que carecen de consciencia, cuanto peor no será para las personas, que además valoramos por sobre todas las cosas la libertad y el libre albedrío.
Claro, que concuerdo en que es necesario aislar a los criminales de la sociedad, pero privarles de su libertad no es la solución, ya que no solo no los regenera, sino que además empeora sus mañas, agregándole a sus ya difíciles situaciones, odio, rabia y encono.
Por eso creo que la solución más beneficiosa y viable sea la que aparece en el Antiguo Testamento, la de crear ciudades prisiones, con vigilancia para evitar fugas y con orientadores psicológicos, talleres y fábricas en que los presos puedan desenvolverse trabajando, y claro, en lugar de encerrarlos en jaulas, darles apartamentos tipo estudio, con todas sus comodidades y la libertad de moverse en las calles de la ciudad en cuestión, de manera que el aislamiento social necesario no signifique enjaulamiento brutal y privación salvaje de la libertad.
La orientación psicológica tendría que ser obligatoria, y de ser necesario (en el caso de psicopatías) habría atención psiquiátrica para los casos graves.
Al terminar la condena, el preso habrá aprendido un oficio que le permita ganarse la vida decentemente, y habrá sanado de todas las creencias erróneas que lo llevaban a acometer conductas peligrosas para sí mismo y para su entorno.
Recordemos que en el momento de nacer, todos somos bebés inocentes y que los criminales y delincuentes no son otra cosa que enfermos del alma, que requieren de atención psicológica urgente.
¿En verdad queremos regenerar a los presos?, y entonces ¿cómo es que los encerramos en celdas tan pequeñas?
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